Marco conceptual

Hacia una visión de adaptación y desarrollo

En México, como en casi todos los países y en el ámbito de los organismos internacionales, la evolución de los temas centrales del cambio climático comenzó con las iniciativas de investigación y de acuerdos en torno a acciones de mitigación; en contraste, la adaptación al cambio climático hasta años recientes pasó al primer plano. Una de las principales razones apunta que la mayor incidencia de eventos extremos, en intensidad y duración, ya se considera como una expresión concreta de cambio climático; y revela con mayor fuerza los altos niveles de vulnerabilidad en los sistemas sociales y en los ecosistemas.

Por lo anterior, desde una perspectiva de afectación a los sistemas sociales y ecológicos con sus servicios ambientales, la adaptación pasa al primer plano de la agenda de CC, con total énfasis en el corto y mediano plazo en los ámbitos de producción de alimentos; de reducción de la vulnerabilidad de los poblamientos marginados; y de protección de los recursos naturales estratégicos y sus servicios ambientales.

El punto anterior muestra cierta equivalencia entre medidas de adaptación y reducción de la vulnerabilidad, sin embargo, el término adaptación es inherente al concepto de desarrollo sustentable; y por ende, también se busca aprovechar otros aspectos beneficiosos de los esfuerzos de adaptación. De esta forma, las medidas sustantivas de adaptación refieren a cómo orientar y conducir al país hacia trayectorias de sustentabilidad en el aprovechamiento o uso de los ecosistemas, que garanticen la preservación de la biodiversidad y sus servicios ambientales determinantes del bienestar social. Esta visión permite visualizar y catalizar las interacciones de los temas de cambio climático con otros temas mayores de agenda, principalmente, cómo resolver la problemática alimentaria sin agudizar las afectaciones al capital natural. Sin embargo, una visión tan rica de la adaptación conlleva el riesgo de diluir las prioridades, al etiquetar una gama muy amplia de decisiones y acciones como medidas de adaptación.

Como una de las respuestas de los grupos humanos ante la vulnerabilidad, la adaptación representa una visión o marco del desarrollo y requiere de la elaboración de escenarios y planeaciones de diversas rutas de acción de acuerdo a los planteamientos de dicho desarrollo.

Las amenazas del Cambio Global abarcan otros fenómenos además de los que corresponden al CC, y se pueden traducir en desastres dependiendo del manejo de los ecosistemas, el paisaje y las condiciones socio-económicas, así como de las vulnerabilidades.

El análisis de los escenarios actuales de gran incertidumbre y riesgos se extiende en una historia enfocada en las relaciones socio-económicas cuyas tendencias han derivado en la degradación ecosistémica y la marginación y vulnerabilidad social. Los retos de la adaptación se centran en ambas condiciones; es decir que los sistemas alimentarios adaptados serían aquellos que incentiven la seguridad alimentaria y solventen la degradación de los ecosistemas.

Dado que las estrategias adaptativas pueden cambiar la vulnerabilidad futura a través de modificar el contexto, los resultados y las dinámicas ante diversos estresantes, a éstos se deben dirigir las acciones y planeación que aporten. La dinámica entre los sistemas alimentarios y el cambio global son los sujetos de entendimiento y acción como medio para comprender los puntos y procesos de vulnerabilidad.

La continuidad de los servicios ecosistémicos recae (en sus múltiples escalas) en las formas de manejo y gobernanza y en las estructuras sociales e institucionales. El manejo de los ecosistemas hace posible el aprovechamiento de los bienes y servicios; es decir, que las formas de aprovechamiento hacen posible su acceso y determinan diversas condiciones de los mismos. La resiliencia o capacidad sistémica de amortiguar los cambios puede tener alcances no sólo en los procesos de los ecosistemas, sino en las relaciones socio-ecológicas.

Es importante resaltar que la resiliencia no se reduce a las afectaciones por CG que pueda absorber un sistema; pues también depende de la capacidad de un sistema para auto-organizarse y modificar su capacidad de adaptación y aprendizaje (sinergias).

El marco conceptual de los sistemas socio-ecológicos hace posible empatar los problemas en torno a la degradación del capital natural y los servicios ecosistémicos con la vulnerabilidad social; los cuales se pueden integrar en la práctica y generación de nuevos escenarios mediante las acciones y planeación que conlleven transformaciones hacia sistemas adaptados y con mayor capacidad adaptativa.

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Para los sistemas alimentarios que dependen de condiciones ambientales y socio-económica, ante el cambio global éstas pueden generar vulnerabilidad de los sistemas alimentarios; los cuales requieren de estrategias y acciones de adaptación con los que sobrellevar los cambios. Los sistemas adaptados resultantes contribuyen a las condiciones ambientales y socio-económicas así como a generar futuros escenarios para los sistemas alimentarios. Estas interacciones se deben de sustentar en instituciones y políticas que se direccionen a la seguridad alimentaria y la adaptación al cambio global.